Obra hidroeléctrica en la provincia del Azuay, se trabaja bajo la montaña

14 de julio de 2016
A Jorge Ajila y Nelson Morocho, de Sarayunga el uno, de Santa Isabel el otro, se los encuentra puliendo las paredes del túnel por donde pasará el agua del río Jubones, que moverá las tres turbinas del proyecto hidroeléctrico Minas-San Francisco y que producirán 275 megavatios.


El semioscuro túnel, sobre cuya cuya superficie se camina sobre una pequeña cantidad de agua, hace más ensordecedor el ruido de las máquinas.

Los dos obreros están debidamente protegidos contra el ruido y el polvo, como lo están los cientos de hombres, incluyendo los técnicos, que construyen el túnel y las otras obras que son parte del proyecto.

Desde la represa -se la construye a pocos metros de la confluencia de los ríos Jubones y San Francisco- hasta la chimenea de equilibrio, ubicada a la altura de Sarayunga, el túnel tendrá 14 kilómetros.

Quien va en vehículo por la vía Cuenca-Girón-Pasaje creerá que la distancia es mucho mayor entre aquellos dos puntos. Y claro que lo es.

En el sitio donde se encontró a Jorge Ajila y a Nelson Morocho el túnel fue construido mediante metodología convencional.

En palabras del ingeniero Oswaldo Barrera, jefe de Operaciones del Proyecto Minas-San Francisco, se excavó a base de explosivos y perforaciones debido a las características de la roca. Por eso se llama convencional.

Del total de la longitud del túnel, unos 3.5 kilómetros fueron excavados de esa forma. Está prácticamente concluido.

Para excavar los demás kilómetros se utiliza la máquina tuneleadora T.B.M. (del inglés Tunnel Boring Machine), comúnmente conocida como ‘topo’, posiblemente en comparación con el mamífero que cava túneles para vivir en ellos.

En versión de Oswaldo Barrera, un profesional que ha laborado en algunos proyectos hidroeléctricos, falta un tramo del túnel para empatarlo con la toma de la represa, que no es otra cosa que la parte por donde ingresará el agua. Esta toma ya está construida y va bajo la vía Cuenca-Girón-Pasaje.

El “topo”, a tiempo que permite excavar permite ir revistiendo el túnel con piezas de hormigón armado llamadas dovelas, y que se las elabora por cientos en la parte alta de Sarayunga.
En el “topo” laboran cientos de obreros, mecánicos, operadores y técnicos. No ven la luz del día y el aire que respiran es ingresado al túnel por enormes ‘mangueras’.

En la parte del túnel construido de manera convencional, el revestimiento se hizo de la misma forma, pero siempre bajo la consigna de que en este tipo de trabajos “no hay margen para el error”.

Lo dice el ingeniero Barrera, mientras explica que por ahí correrá un caudal de 65,0 metros cúbicos de agua por segundo, es decir 65 mil litros por segundo.

Semejante volumen de agua fluirá de manera compacta, es decir no habrá espacios para que se formen burbujas.

Y mientras lo dice, el profesional se refiere al “impacto cultural” que ha implicado la construcción de la obra.

Y es por la convivencia entre la cultura china y la nacional, para cuyo “ajuste” debió pasar algún tiempo y hasta con paralizaciones de por medio, sobre todo al principio.
La obra la construye la empresa china Harbin Electric International, de cuyo país de origen proviene el crédito y gran parte del personal calificado.

Oswaldo Barrera narra que mientras el español, hasta cierto punto se lo habla de una manera “dulce”, el chino es todo lo contrario: se lo habla, al igual que el alemán, de manera fuerte. De ahí que los obreros nacionales creían que se les faltaba el respeto.

Otra cosa: los chinos no contradicen una disposición; no ponen “peros” para cumplir un trabajo, ni miden el horario. Concluido el recorrido por los 3.5 kilómetros del túnel se deja ver la “chimenea de equilibrio”, casi a la altura de Gramalote. Se trata de un pozo vertical redondo de 80 metros de altura y 16 metros de diámetro.

Dentro hay gente trabajando en el blindaje. La chimenea tendrá como función almacenar el agua cuando por labores de mantenimiento o alguna emergencia de deba bloquear su paso hacia las turbinas, mientras al mismo tiempo se cierran las compuertas en la represa, se abran las vertederos y fluya por el río.

El blindaje de los tubos es necesario no solo para garantizar el tiempo de vida útil, sino porque deben soportar altas presiones, dice el ingeniero Barrera, mientras observa la chimenea, de cuyo fondo sale una espesa humareda, porque abajo están soldando, aunque no se vea a los trabajadores y técnicos.

El bajado de los tubos, que miden seis metros, unos; tres, otros, es otra tarea de precisión computarizada. Una enorme grúa es operada desde una cabina de mando a control remoto. Y quien lo hace es una mujer de nacionalidad china.

Oswaldo Barrera relata que ese trabajo, que es milimétrico, lo hace una mujer. Ella, que el día del recorrido no estuvo, observa a través de cámaras metro a metro el bajado y empate de los tubos unos a otros, para luego soldarse.

Él comenta que es casi generalizado el criterio de que equipos de alta precisión y que representan alta peligrosidad los operan mejor las mujeres por su elevado estado de concentración.

La chimenea de equilibrio se comunica con otro túnel de 456 metros de altura y 3,77 metros de diámetro, al que también lo blindan. Es perpendicular y por ahí bajará el agua en picada, recorrerá otro túnel horizontal de 110 metros de longitud para mover las turbinas.

Y todo esto bajo las entrañas de la montaña. Por eso el ingeniero Barrera reitera que es un “trabajo ingrato”. Es que no se lo ve sino es ingresando a esas entrañas, donde cientos de hombres, entre el agua, el ruido, la semioscuridad, y el polvo, como los topos, trabajan.

En sentido sur-norte, a la izquierda de la vía Cuenca-Girón-Pasaje, en el mismo sector de Gramalote, se construye la casa de máquinas y transformadores, a la que se ingresa por un túnel de 800 metros.

Hace poco menos de un año estaba en proceso de excavación; al igual que el túnel perpendicular.

El panorama ahora es diferente, porque la casa de máquinas está en pleno proceso constructivo. A lo largo de sus 60 metros de longitud, 31 de ancho y 46 de altura, decenas de obreros construyen la loza de operaciones y de montaje, o, lo que el ingeniero Barrera los llama “caracoles”. Se los ve en medio de un “enjambre” de varillas de hierro de todo grosor.

En esos “caracoles” se empotrarán las tres turbinas, que, según el profesional, ya están en el lugar.

Están excavados los respectivos túneles: uno para cada una; al igual que para la salida del agua. Se hace el sistema de refrigeración para las turbinas, para cuyo efecto se captará, en parte, agua del río Vivar.

En esa caverna, a grandes profundidades están introducidos sensores para medir el estado de la roca, es decir si el “esfuerzo” está dentro de los límites tolerables.

Otra cosa: está concluido el túnel de descarga, es decir por donde será devuelta el agua al río Jubones tras mover las turbinas. Mide 1,6 kilómetros y sale más abajo de Uzhcurrumi.

Según información oficial, el proyecto hidroeléctrico Minas-San Francisco tiene un avance aproximado del 83%, tanto que en la represa se ha colocado el 93% del hormigón rodillado, que luego permitirá montar el equipo electromecánico. La construcción de la represa, de 80 metros de altura -incluye la parte que va bajo el lecho del río-, es lo único visible del proyecto.

También es visible el túnel de 440 metros por donde se desviará la vía Cuenca-Girón-Pasaje, cuya construcción prácticamente ha concluido, excepto la iluminación, señalización y capa de rodadura.

En la represa había un problema: la mala calidad de la roca donde debía empotrarse el estribo izquierdo de la represa. En palabras de Oswaldo Barrera, el problema se solucionó apelando a la tecnología. Comparando con lo que hace el odontólogo en una pieza dental en mal estado, se extrajo todo el material de pésima calidad, para cuyo efecto se excavó un pequeño túnel.

Se hizo “una llave de corte” para garantizar la estabilidad de la represa en casos de sismo, introduciendo hormigón en las entrañas de la roca.

Los tres vertederos de la represa están en plena fase de construcción y en la que parte fundamental el reforzamiento, según la versión del ingeniero Santiago Arias, gerente de la Unidad de Negocio Enerjubones de la Corporación Eléctrica del Euador -CELEC EP.

De acuerdo a este profesional, en corto plazo entraría en funcionamiento la primera turbina; pues las tres no pueden hacerlo simultáneamente.

Él comparte otra novedad: se construirá un nuevo puente sobre el río San Francisco para el tráfico vehicular por la vía Cuenca-Girón-Pasaje; pues el actual quedará sumergido con el embalse. Igual se hará con un tramo de carretera.

Desde que comenzó la construcción de la obra, de la que en Santa Isabel se hablaba hace 35 años bajo el nombre de proyecto Jubones, e igual cuando formaba parte de los planes del antiguo INECEL y luego del Consejo Provincial del Azuay, ha significado la creación de 2.600 puestos de trabajo directos y aproximadamente 9.000 indirectos.

Su construcción va cambiando el paisaje de la zona. Algunos pueblos han conseguido varias obras. Solo resta esperar el “alumbramiento” definitivo de la central hidroeléctrica, cuyo proceso constructivo es filmado y fotografiado a la par.

Tomado de: Diario El Mercurio
Publicado el sábado, 09 de julio de 2016

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